La política es el arte de lo posible dicen por ahí. Pero cuando esa posibilidad es el mínimo común denominador posible pues esa política es con p minúscula.
Eso es lo que le sucedió a la reforma tributaria que acaba de presentar el Gobierno.
No es la tan esperada reforma estructural que prometió el presidente Santos. A pesar de tener la mayor gobernabilidad de gobierno alguno en las últimas décadas, dejó pasar la oportunidad. Mas grave aún es que cuando el Gobierno tiene inmensos recursos (100 billones de recaudo en este año) y no hay apuros económicos, se deje pasar una coyuntura que quien sabe cuando se va a volver a presentar. Otro lunar en los resultados de este gobierno que pierde oportunidad tras oportunidad de hacer las reformas profundas que el país necesita.
Lo que sí es esta reforma es regresiva. No les quepa la menor duda, los colombianos vamos a pagar más impuestos. Si tienen una pensión, que es un ahorro de toda la vida del ciudadano, tenga, pague como renta su impuesto. Si ahorra para pensiones en cuentas voluntarias, tenga, le limitan dramáticamente el monto del ahorro y lo obligan a tenerlas 20 años para poder utilizarlas sin pagar impuesto de renta. Si va a un restaurante, tenga pague un impuesto al consumo que no se puede descontar del impuesto al valor agregado. Ese impuesto por cierto lo había desmontado el presidente Belisario Betancur. Falta ver el articulado para poder decir si Santos incumplió la promesa de no crear o subir impuestos, aunque como decía Horacio Serpa ¨me suena, me suena¨.
Lo más grave de la reforma es acabar los parafiscales destinados al SENA y al ICBF. En unos años estaremos viendo que esas dos entidades se marchitan lentamente y poco a poco desaparecen. Dice el ministro de Hacienda que se van a crear con esta medida más de un millón de empleos. Falso. Qué muestre las cifras porque los estudios de hoy dicen que se crean entre 170 mil y 300 mil nuevos empleos una cifra marginal frente a lo que hay de desempleo e informalidad. Seguro va a suceder algo similar al desmonte de una parte de los dominicales y horas nocturnas que tuvieron un efecto modesto.
Alega el gobierno que se genera una sobretasa a la renta que puede ser lo mismo que los parafiscales. ¿Y si hay una crisis económica? Todos sabemos cómo se manejan esos instrumentos al vaivén de la política fiscal y monetaria, y a estas entidades en manos de los ministros de Hacienda les auguro poco futuro.
Vi muchachos de Cazuca aprender los principios de biología sintética en el SENA de Soacha. Vi jóvenes pobres de Medellín utilizar la última tecnología en animación 3D en Medellín. Vi a jóvenes campesinos aprender a administrar fincas agropecuarias. Vimos al ICBF proteger a Emmanuel el hijo de Clara Rojas. O proteger decenas de miles de niños abusados. Vi de primera mano lo que esas entidades hacen por los colombianos de menos recursos.
Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Solo las instituciones estatales y buenas políticas públicas logran revertir esta situación. El SENA y el ICBF, que nacieron de las entrañas de los empresarios, hacen parte de esos instrumentos de desarrollo social. El SENA es el salvavidas de educación de millones de colombianos sin posibilidad alguna de acceso a estudios superiores.
Está bien pagar más impuestos y unificar tarifas. En eso la reforma tiene unos aciertos. Pero hay que defender al SENA y al ICBF. He aquí un gran tema para la Mane, la organización de estudiantes universitarios, solidaridad con los estudiantes más pobres del país. Comienza la batalla.